Mesetas Chapada Diamantina

La vasta Mata Atlántica, los campos de flores y las mesetas de un verde infinito dividen el paisaje con tramos de caatinga. Enormes paredes de roca, cañones, grutas, cuevas, ríos y cascadas completan el paisaje de exquisita belleza de la Chapada Diamantina.

Inicialmente habitada por los indios Maracás, la ocupación real ocurrió durante la época dorada de la prospección minera, a partir de 1710, cuando se encontró oro cerca del río Contas, marcando la llegada de los exploradores. En 1844, la colonización fue impulsada por el descubrimiento de valiosos diamantes en los alrededores del río Mugugê, y los comerciantes, colonos, padres jesuitas y extranjeros que vivían en las aldeas controladas y reguladas por el poder de la riqueza.

Lençóis, Rio de Contas, Morro do Chapéu y Andaraí son algunas de las ciudades donde aún es posible viajar en el tiempo y revivir el período dorado de la región. El conjunto arquitectónico data del Brasil colonial y preserva una parte importante de la historia nacional.

La Chapada Diamantina alberga una gran diversidad de fauna y flora. Hay más de 50 especies de orquídeas, bromelias y otras flores nativas y también ejemplares raros de animales, como el gran oso hormiguero, los armadillos gigantes, gatos monteses e innumerables especies de aves y serpientes. El Parque Nacional de la Chapada Diamantina, creado en los años 80, es el órgano responsable de la protección de toda esta exuberancia.

La Chapada Diamantina reúne una variedad de atractivos naturales y culturales en el corazón de Bahía; la elección correcta para quienes buscan paz y tranquilidad o historia y aventura.